DISFUNCIÓN ERÉCTIL
La disfunción eréctil, antes llamada impotencia, es la incapacidad persistente o recurrente para que el hombre, a pesar
de recibir estimulación erótica, logre una rigidez peniana suficiente para tener actividad sexual satisfactoria.
Cabe aclarar que esta condición ocurre no sólo cuando hay imposibilidad para alcanzar un buen grado de erección, sino también
cuando ésta se consigue, pero la rigidez disminuye o desaparece al desear o tener actividad erótica.
La disfunción eréctil es muy frecuente. Según estudios recopilados por la Asociación Mexicana para la Salud Sexual, A.
C. (AMSSAC), se estima que en nuestro país más de la mitad de los varones mayores de 40 años pueden presentarla en nivel leve,
moderada o severa, ya que la incidencia tiende a aumentar con la edad y la aparición de enfermedades, principalmente aquellas
que afectan al sistema circulatorio. Entre los hombres más jóvenes llega a ocurrir, pero es menos frecuente.
Causas
Existen condiciones médicas y psicológicas que aumentan la posibilidad de que un varón presente
disfunción eréctil, siendo las principales:
- Diabetes mellitus o alta concentración de azúcar en la sangre.
- Presión arterial elevada o hipertensión.
- Adicción al tabaco.
- Exceso de grasa en la sangre (colesterol y triglicéridos).
- Depresión.
Aunque en algunos casos la disfunción eréctil puede ocurrir a consecuencia de conflictos de pareja o preocupación excesiva
sobre el rendimiento sexual (como sucede a quien padece eyaculación precoz de larga evolución), queda claro que la mayoría
de los hombres con este padecimiento sufre alguna enfermedad que afecta a sus vasos sanguíneos, en especial a los que son
muy pequeños, llamados capilares, y que son de gran relevancia porque en ellos ocurre el intercambio entre nutrientes y desechos
de la actividad celular.
Los capilares del pene, que reciben el nombre de sinusoides, son muy amplios; pueden aceptar mucha sangre y expandirse,
y son la estructura en donde suceden los mecanismos más importantes para explicar la erección.
Los vasos sinusoides están rodeados de un tipo especial de músculo, llamado liso, que cuando está contraído hace que los
capilares estén relativamente vacíos, pero al relajarse permite alto aporte de sangre y escasa salida de este líquido, lo
cual produce una dilatación o erección.
Muchas de las enfermedades identificadas como factor de riesgo de la disfunción eréctil producen daño en los vasos sinusoides,
originando una afección que se llama disfunción endotelial, ya que afecta a la capa más interna de las vías sanguíneas, el
endotelio.
Dicho tejido es muy especializado y realiza múltiples funciones para el mantenimiento de la salud de los órganos del cuerpo,
y cuando se enferma deja de cumplir eficientemente sus funciones. En el caso concreto del pene, su afectación se traduce en
pérdida de la capacidad de llenado y sellado de sangre para lograr o mantener la erección.
En este mismo sentido, cabe señalar que cuando un hombre padece disfunción eréctil existe mayor probabilidad de que sufra
otras enfermedades cardiovasculares (del sistema circulatorio); por ello, detectar este problema puede ser la vía para descubrir
y tratar alguna enfermedad que ocasione daño endotelial (diabetes, colesterol elevado, hipertensión) y que implique un problema
tan amenazante como infarto (muerte de tejido) en corazón o cerebro.
Detección
De acuerdo con la AMSSAC, la manera más sencilla de iniciar la detección de la disfunción
eréctil consiste en que el paciente se pregunte y responda con honestidad, sin miedo a las ideas erróneas que se comentan
en la sociedad respecto a la virilidad, si ha sufrido disminución importante en la calidad de sus erecciones.
Ante la sospecha, se debe acudir con un experto en salud sexual masculina (urólogo, sexólogo, andrólogo) para que elabore
historia clínica y evalúe su estado de salud general. Es muy probable que realice preguntas relacionadas con su vida íntima:
- ¿Cómo califica su confianza para lograr una erección?
- Cuando tiene relaciones sexuales, ¿con qué frecuencia son satisfactorias?
- Cuando tiene estimulación erótica de su pareja, ¿las erecciones son lo suficientemente rígidas para permitir la penetración?
- ¿Le es posible mantener la erección durante el coito?
- ¿Qué tan difícil es conservar la erección hasta el término de la relación?
También es muy probable que el especialista encargue la realización de estudios de laboratorio (química sanguínea), a fin
de conocer cuáles los niveles de azúcar y grasa circulantes.
Asimismo, es importante recordar que el diagnóstico y tratamiento de la disfunción eréctil debe correr a cargo de un profesional
capacitado y con experiencia. Hay que ignorar las opiniones de personas no calificadas, además de evitar el uso de productos
“milagro” o “vigorizantes”, ya que no atienden el problema desde su origen.
Tratamiento
Una vez que se conoce la causa del padecimiento, el médico debe establecer una estrategia
para controlarla y, de ser posible, erradicarla. En el caso de aquellos pacientes que sufren presión elevada, diabetes o depresión,
por ejemplo, se debe corroborar que el control de su enfermedad sea adecuado.
Además, cuando la causa de la disfunción eréctil es alguna enfermedad que genera daño en los vasos sinusoides, se puede
recomendar un tratamiento que mejore la calidad de las erecciones, siendo la primera opción el uso de medicamentos.
Existen dos clases de productos farmacológicos aprobados por la Secretaría de Salud de México:
- Inyectables. Se introducen en el tejido peniano mediante aguja y relajan al músculo liso que rodea a
los sinusoiodes, produciendo erección. El problema es que su efecto no depende de si el hombre está excitado sexualmente o
no.
- Orales. Los más conocidos y efectivos reciben el nombre de vasoactivos, y son: sildenafil, vardenafil
y tadalafil. Los tres inhiben la producción de fosfodiesterasa 5, enzima que “desactiva” a otro compuesto, llamado
GMP cíclico, que es responsable de relajar al músculo liso del pene y generar erección cuando hay estimulación erótica. Difieren
entre sí por el tiempo de acción terapéutica.
Vale la pena desmentir dos ideas falsas en torno a los medicamentos vasoactivos orales o inhibidores de fosfodiesterasa
5:
- Producen deseo sexual o excitación. Muchas personas piensan que estos medicamentos actúan como afrodisíacos,
es decir, que generan mayor disposición o deseo a la actividad erótica, pero esto no ocurre. Lo que sí sucede es que la persona
con disfunción eréctil recupera la confianza y disposición para tener una vida sexual activa.
- Su uso genera riesgo para la salud. Sólo en algunos pacientes se presentan efectos secundarios como dolor
de cabeza o muscular, congestión nasal e indigestión, pero tienden a desaparecer con el tiempo. Lo que puede ocasionar problemas
es la combinación de estos fármacos con otros y, por esta razón, es recomendable consultar al médico para que sea el encargado
de prescribirlos adecuadamente.
La mayoría de las personas con disfunción eréctil responde muy bien a estos medicamentos, pero hay ocasiones en que el
tratamiento se debe combinar con terapia hormonal o psicológica para corregir o mejorar el desempeño erótico.
Resta mencionar que cuando todas estas posibilidades fallan existen dos recursos más:
- Cirugía de prótesis o implante peneano. Mediante intervención quirúrgica se coloca un par de depósitos
cilíndricos en el interior del pene, los cuales están conectados a una bomba que, al ser activada, los llena de líquido, logrando
la erección.
- Dispositivo de vacío (bomba). El pene se introduce en un cilindro de plástico, mismo del que se extrae
el aire para crear un vacío parcial que obliga a que la sangre llegue a los vasos sinusoides; finalmente, se coloca una banda
elástica alrededor de la base del pene para mantener la erección.